Autor: Antigua Sumeria.
Tiempo de lectura: 6 minutos.
Comenzamos el mito:
Antes de la creación del hombre
Oh, pero que trabajoso fue hacer el caudal del Éufrates y junto al rio Tigris, los “dioses de abajo(Igugus)”, tuvieron las labores más arduas por más de mil años, hasta cerros juntaron con sus manos.
El milenio pasaba para ellos como el infinito, y ya se encontraban cansados de sus tareas.
Decidieron ya no trabajar, en una junta, tomaron sus instrumentos de laburo y las vieron arden en el vivo fuego.
Luego, fueron al hogar, de Enlil, quien era el Señor de la tierra, dios Anunaki.
En la puerta, comenzaron a hacer sus reclamos:
- Hemos puesto todo nuestro esfuerzo en la excavación, nos ha matado.
En ese momento, el siervo de Enlil, le comento que los Igugus, habían tomado los alrededores del palacio y que hacían sus reclamos en contra de la esclavitud que vivían.
La idea de los Anunaki de crear al hombre
Enlil, el Señor de la tierra, se pone un poco pálido por el alboroto, y decide subir a los cielos a pedir consejos.
En ese lugar, se encuentra con Enki, a quien se le asigno todo el territorio del mar, y con el dios creador de todo Anu (Ea).
El primero propone hacerlos obedecer a la fuerza, mientras que, la misericordia de Anu, se pone de lado de los dioses de abajo.
- Ellos han trabajo por nosotros durante más de un milenio.
- Su tarea es pesada, su labor infinita
- Sus gritos son cosa seria.
Así, abrió la boca Anu y recordó que la matriz se encontraba en la tierra, ella formaría el primer prototipo del hombre con arcilla, y así liberar a los Igugus.
Los hombres cargarán el yugo de los dioses.
La creación de los hombres por los sumerios: Enki y la Matriz
La matriz (Belet-ili), se dispone a acatar las órdenes de Anu, pero esta le dice que no es posible hacer ese ritual sin antes tener la ayuda de Enki.
En conversaciones con Anu, el dios creador, manda a inmolar al jefe de los revoltosos dioses inferiores: Para que de su carne y su sangre, se forme la nueva humanidad.
Así, Enki tomo al jefe de los Igugus, cogió su carne y sangre, y los mezclo con la arcilla. De esta forma dioses y hombres estarán asociados.
Siempre y cuando, Uds. dioses de abajo, les enseñen las tareas encomendadas y también les den el favor de multiplicarse, Oh Uds. dioses al fin y al cabo, estarán ociosos.
¡Todo esta listo! ¡Ya podrán soltar sus cadenas! – dijo la Matriz, y los Igugus fueron a abrazarle los pies, pues los Anunakis era de 3 a 4 veces más grandes que los Igugus y los humanos.
Y la humanidad proliferando, siguió su crecimiento, siempre sin pensar en el por qué debían seguir aumentando.
– FIN –
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