Autor: Mitología Griega.
Tiempo de lectura: 6 minutos.
Comenzamos el Mito de la muerte del héroe:
Momentos antes de la caída del héroe.
Mientras Aquiles, hijo de Peleo, veía como resplandecía su hierro frente a las llamas levantadas dentro de Troya y sus ciudadanos. Combatían a su lado grandes héroes como Ayax, Ulises y los hermanos Átridas (Agamenón y Menelao).
El gran héroe griego se abría paso frente a sus adversarios troyanos, quienes sin la menor posibilidad, eran arrasados por la espada y fuerza del guerrero sin igual.
En el monte Olimpo, el que agita la tierra, Poseidón, sacudía su tridente contra el suelo. Amargo, daba la impresión de tener una exaltada llama en los ojos.
- Tú, acaso no ves cómo se burlan de nosotros. Tú que me ayudaste a levantar aquellos inútiles muros que esta noche no defienden a nadie. ¿No te lamentas? ¿tu corazón no se llena de cólera al ver como pisotean la fortaleza?
- …
- No te lamentas de la masacre que ocurre ahora mismo en la ciudad que tanto amas. A los humanos que con tanto fervor levantaron sus ofrendas para ti. Si te parece poco, ¿acaso no recuerdas al mejor hombre entre los troyanos? Héctor, no significo nada para ti, y su asesino soberbio sigue derramando sangre de tus “protegidos”.
- …
El arma para Matar a Aquiles.
Seguía Poseidón lamentándose sin cuartel. Mientras Zeus, que acumula las nubes, se encontraba triste a un lado, porque había dado su palabra a su esposa, Hera, de no meterse en los asuntos de los hombres, en especial en esta guerra larga de Troya.
Así hablaba el dios del mar:
- Si tuviera a ese infeliz hombre enfrente de mí, sabría lo que es la furia de los dioses. Pero me está prohibido y es indigno para un dios pelear cuerpo a cuerpo con un mortal.
- …
- Oh, tú, sobrino, hijo de Zeus, quien acumula las nubes, guía una de tus doradas flechas y da muerte a quien nos causa tanto dolor.
El que dispara de lejos, Apolo, cogió las saetas más puntiagudas, se acomodó el carcaj con las flechas y sumiéndose en una nube desaparece del recinto, dejando disgustado a su tío Poseidón.
El campo de batalla donde muere el héroe.
Envuelto en una nube, Apolo llega a Troya, devastada, ve a los hombres matarse los unos contra otros, a saber, de un lado troyanos y del otro griegos.
Se acerca al joven hijo de Príamo, Paris, y lo ve gastando flechas en griegos al azar, totalmente desconocidos.
- Joven príncipe, no pierdas el tiempo en indignos aqueos (griegos), si amas tu tierra y a tus hermanos caídos, dispara a quien más daño ha hecho a Troya, el “Pelión” (Aquiles, hijo de Peleo).
Fueron las palabras que Paris escuchó, mientras le señalaban a Aquiles matando a sus compatriotas.
Paris apunto al corazón del héroe griego, y soltó la flecha con tal violencia, pero las deidades sabían que Aquiles no moriría así. Entonces, guiada la flecha por el dios, cayó esta en el único lugar donde el pélida no era inmortal: el talón.
La gran hazaña alegro el corazón de Príamo, pues la muerte de Héctor lo tenía en muy mal estado.
El mejor de todos los hombres, había muerto, aquel dios que forjo sus armas, ahora usaba el mismo fuego para incinerarlo. Y era el cobarde ladrón de esposas quien lo había hecho posible.
Mientras los otros dioses celebraban la caída y muerte de Aquiles, su gloria se levantaba infinitamente entre los hombres, pues no era digno de menos.
Justo después de la muerte de Aquiles
Siendo cenizas el cuerpo del Pelión, se reunía la gente a reclamar la armadura del semidiós.
Los griegos no se animaban a tocar ni siquiera el escudo pues, quien los portaba, era admirado por todo quien conocía o había oído hablar de él.
La pelea se formó de nuevo en torno a la armadura. Por un momento, no había bandos, todos peleaban contra todos por tan digno premio.
Ni el menor de los Atridas se atrevía a llevarse las reliquias del campo de batalla.
Al final los ganadores griegos decidieron repartirse el botín.
– FIN –
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