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Autor: Leyenda del Callejon de Huaylas.
Tiempo de lectura: 4 minutos.
Comenzamos el mito:
¿Donde comenzo la leyenda de el Illa?
Cuentan en los andes que, antiguamente, cuanto todos se iban a dormir, en medio de la noche se oían ruidos extraños
Esos ruidos eran como un llanto, pero no de un niños ni un bebe, se trababa de un animal.
Los animales de granja, toros, vacas, chanchos, cabras, todos ellos escuchaban a esa especie de ternerito llorando en medio del bosque.
En Quillampa, cerca de Chan Chan, lo escucharon en plena noche donde brillaba una luna grande y hermosa. Pero a pesar de la plateada luz, nadie podía encontrar nada.
Los animales sentían el dolor del llanto que escuchaban y también lloraban justo con el animalito.
Nadie se explicaba que es lo que pasaba en esas extrañas noches.
Pues todos los campesinos salían de sus casas para ayudar al pobre animalito que oian, pero todo era en vano, pues no podían encontrarlo.
Jamás nadie pudo ver al ternerito llorando fuera de su corral. En todas partes que se escuchaba nunca pueden ver al pequeño animal.
¿Qué forma tomaba el illa?
Se dice que en su lugar, encuentran una piedra, que toma la forma de un animal.
Pero esta singular piedra era abordada por los animales, y estos la lamian y jugueteaban muy cerca. Todos estos animales tenían una descendencia más linda y llena de energía.
Hasta los toros bravos se volvían mansos en presencia de la piedra. Un extraño suceso sin duda.
Desde ese momento, todos llaman a la piedra que aparece después de la noche de llanto “El Illa”. Una peculiar roca con forma de animal.
Ellos llevan a sus animales a pastar cerca de esa piedra. Otros, sin embargo, levantan la piedra y se la llevan a su casa.
Aquellos entierran un poco la piedra y la amarran para que una de esas noches extrañas no se escape ni se valla a otro sitio.
El illa hoy en día
La piedras de Illa, son muy cuidadas, y según lo supersticioso que sea el dueño de la piedra, estos pueden ponerle Miel, bizcochos o chancaca. Todo es bueno para aprovechar las mágicas propiedades que la roca brinda a los campesinos.
En el callejón de Huaylas, Huaraz, podrás oír muchas historias sobre este particular ente. Y si escuchas en alguna noche el llanto de un animalito, espera que sea de mañana para salir a buscarlo
– FIN –
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