Autor: Fábula andina
Tiempo de lectura: 6 minutos.
Y comienza la fábula del zorro y el burro:
El zorro y el burro
Una mañana el zorro andaba muy preocupado, solo oía quejidos y gritos de sus hijos que tenían mucha hambre.
Estos días la familia del zorro no la pasaba nada bien.
Y como la necesidad es la madre de la imaginación, se le ocurrió un plan para calmar el apetito que tenían los suyos.
Enseguida partió a contarle la idea a su amigo el burro.
No camino mucho pues el burro estaba cerca comiendo de un arbusto de cerezas.
- Oh burro, amigo, necesito tu ayuda.
- Como no, amigo zorro, ¿Qué debo hacer? – le dijo.
- Solo debes hacerte el muerto, y en el momento que el cóndor se acerque, boom, le pegas una patada tan fuerte que parezca muerto. Luego avisare a las aves del suceso y las atrapare cuando vengan a verlo.
- Acepto – dijo el Burro.
El plan del zorro y el burro
El asno cogió las cerezas y las exprimió en su lomo aparentando sangre.
Mientras el zorro corrió como un rayo a buscar al cóndor y contarle lo sucedido.
- Oh amigo cóndor, te tengo una sorpresa que sé te encantara. Se trata de una gran merienda, ha muerto un burro y pensaba compartir la comida contigo.
Es así que partieron rápidamente a ver el cadáver.
- Tu elige donde quieres comer, si quieres come de las piernas.
Cuando el cóndor se acercó a picotear la parte trasera del burro, este le respondió con una tremenda patada, que desmayo al cóndor.
Mientras el zorro aprovechaba e iba a buscar a las aves, preparó su trampa en la entrada. Toda aquella ave que se acercaba a ver el “cadáver” caía en ella y era atrapada.
El zorro se despide el burro, y conoce a la Abuela
Después de atrapar varias aves en su saco, el zorro y el sapo se separaron no sin antes prometer que se reunirían pronto.
Se hecho el bolso a la espalda, y de nuevo subió la colina hacia su hogar.
Tan pesado le era su botín, que llego cansando y sin aire a la puerta de una ancianita, a quien pidió le cuidara el saco para ir a tomar algo.
- Oh abuela, por favor, cuídame este costal y por nada del mundo lo abras.
Algo hay en el corazón de los humanos que ante la prohibición, la tentación resulta más fuerte.
Así la abuela abrió la bolsa, y se asustó al ver tanta paloma saliendo de ella.
Asustada, lleno la bolsa con ramas y espinas cercanas y se la devolvió al zorro despidiéndose rápidamente de él.
Todo termina para el zorro
Con el saco en la espalda, el zorro sentía que los “pájaros” le picoteaban, y les juraba que se los comería con sus hijos
Cuando llego a su hogar sus hijos lo esperaban con ansias.
El zorro los hizo ponerse en fila mientras desataba el saco, pero triste fue su sorpresa al ver que llevaba puras espinas y ramas dentro.
De lo muy enojado, salió corriendo a buscar a la abuela, sin tener el menor cuidado tropezó en la montaña y cayó por el acantilado.
– FIN –
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