Autor: Fábula andina
Tiempo de lectura: 4 minutos.
Y comienza la fábula del zorro y la serpiente:
El campesino ve a la serpiente
Una tarde soleada, en la que hasta las sombras se escondían, cerca de una ciudad que llaman “el espejo del cielo”, un campesino regresaba a su casa mientras se detenía para contemplar la belleza del lago.
Este vio a lo lejos una serpiente muy colorida, parecía una especie de vaquita flaca, pero en vez del color blanco era amarillo. Se le notaba en los ojos que sufría.
La serpiente parecía estar atrapada debajo de un gran tronco de maguey, pero nada evitaba que se estirace queriendo escapar.
El campesino se apiado del animal, y levanto el enorme tronco con todas sus fuerzas. Logrando esta liberarse de su prisión.
La serpiente le habla al campesino
En el momento que la víbora logró escabullirse del tronco, la muy desagradecida no tuvo la gentileza de reconocer el buen gesto del campesino, si no después de estirarse un poco, le dijo:
- ¡Que hambre que tengo! Te voy a comer.
El labrador le entro un frio de repente, pues sabía que la serpiente no se andaba con juegos, entonces pensó en una solución.
- Oh, bella serpiente, por favor no me comas, como es posible que me pagues mal después de que yo te ayude, Te hice un bien y ¿Así me pagas?
La serpiente, dudosa, y el campesino con miedo, decidieron encontrar un juez que pueda resolver su caso, en beneficio de cada uno claro está.
Primer juez: el perro viejo
En su camino, ellos encontraron al “mejor amigo” del hombre, pero ya avanzado de edad. Este can escucho los hechos y argumentos de cada uno.
Y sin pensarlo mucho, dio sus descargos:
- Culebra, en esto, estoy en todo contigo, muy bien pensado. De joven pase toda mi vida cuidando una chacra para mis dueños, pero cuando me hice viejo, ellos se libraron de mí y me dejaron tirado vagando en las montañas, Me pagaron un bien con un mal.
La gran sonrisa de la serpiente indicaba que se iría a comer al pobre humano, pero este jugo su última carta:
- Por favor, benevolente serpiente, busquemos un juez más.
- Está bien pero será el último.
El juez definitivo, el zorro
Siguiendo el trayecto de la ruta, se cruzaron estos con un zorro, a quien le pidieron su consejo.
Después de escucharlo, el zorro se negó a dar una respuesta, pues sentía que le faltaban más datos.
- Para poder yo dar un fallo con justicia, necesito reconstruir los hechos para saber cómo sucedió todo realmente.
Regresaron todos al lugar donde la serpiente conoció al campesino, y sin pensarlo el zorro les pidió que reconstruyeran todo lo que paso.
El campesino levanto el tronco, y la serpiente se acomodó debajo, suavemente coloco el tronco encima de la víbora y la atrapo una vez más.
- Sí, así fue que me encontró, que decides.
El zorro lanzo una mirada larga al campesino y terminó diciendo
Ahora que la tienes de nuevo allí prisionera, ¿Qué pasa por tu cabeza?
– FIN –
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