Autor: Fábulas Andinas.
Tiempo de lectura: 5 minutos.
Comenzamos la Fábula:
El sapo cantaba y el zorro aún no llegaba
Una mañana en la provincia de Ancach, cerca al río, que corría muy rápido golpeando las piedras, se escuchaba sobre las rocas:
- Toc, toc. Toc, toc
Era un pequeño y joven sapo, este era de color entre verde y gris, y le encantaba cantar cuando comenzaba la mañana.
Parecía que el levantaba a sus demás amigos, pues luego de un rato el toc-toc, sonaba más fuerte, parecía una sinfonía, la sinfonía de los sapos: Toc Toc.
El zorro conoce al sapo
Uno de esos días, en los andes, un zorro muy curioso andaba por el borde del río, siguiendo su camino arriba para llegar a la montaña. Pues de lejos la veía verdosa y con muchos escondites para él.
Este peculiar amiguito, mientras caminaba, comenzó a oír ese familiar canto, Toc toc. Se acercó hasta el sapo y le dijo:
- Sapo ¿Qué haces?
- Aquí, cazando mosquitos.
- Iuuu, ¿No te da vergüenza comer mosquitos? Si fueras mi asistente comerías alimentos ricos y sabrosos.
- ¿yo? ¿ser tu siervo?, pero tú no puedes ni correr de tus enemigos, y esperas que uno te apoye.
El zorro hecho a reír, pues un sapo el cual no corre, pretendía decirle a él, que no podía correr de sus enemigos.
El zorro y el sapo en un carrera
- ¿Quieres que te lo demuestre acaso?
- En igualdad de condiciones, yo corro mucho más rápido que tú, podría ganarte. Presumió el sapo
Es así que el zorro se tomó muy a pecho las palabras del sapo, y reto a este.
El sapo debía correr bajo el agua y el zorro en la orilla. Y cada cierto tiempo el zorro se detendría a llamar al sapo para que este le conteste. Si no, perdería.
Así, el zorro salió disparado río arriba, entre los tallos y las cañas, después de un rato corriendo paro, recuperando el aliento grito fuerte:
- ¡Sapo! ¡sapo!
- ¡Toc Toc! – respondió el sapo.
- ¡Sapo! ¡sapo!
- ¡Toc Toc! – respondió el sapo.
¡Corre como el viento!, Oh, el zorro estaba endemoniado. Con las rojas orejas caídas y la lengua afuera:
- ¡Toc Toc! – Seguía cantando el sapo.
El zorro y el sapo terminan la carrera
Ya bien arriba, el zorro ya no tenía aliento, se detuvo, tenía la lengua color morado, sus ojos parecían quemar con un rojo intenso, y todo su cuerpo temblaba. Cuando miro el río, sintió tal desprecio por el sapo, que quiso seguir nuevamente. Dio unos pasos, y cayó a un lado del rio. Murió.
– FIN –
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