Autor: Fábula de Zaire.
Tiempo de lectura: 5 minutos.
Comenzamos la Fábula con el elefante:
Llega el elefante a la escena
- ¡he comido demasiado! Sin duda la corteza de ese árbol y sus frutos han sido lo más delicioso.
Iba caminando un elefante, moviendo la cabeza de un lado a otro con una sonrisa casi angelical. En su impetuoso andar entre una frondosa selva jamás pensó en darle la razón a su “amiga” la tortuga.
En ese tiempo aún no se conocían y el elefante se ufanaba de ser el animal más fuerte de toda la selva, nadie se podía comparar con él.
Es así que en su andar, todos los animales se hacían a un lado para que este “gran ser” no los aplastara con sus pesadas patas.
Nada complacía más al elefante que ver como todos se apartaban del camino para dejarlo pasar. Mientras los animales nada podían hacer solo mirarlo con un poco de resentimiento e igual con estima, pues era quien cuidaba el lugar.
No se le había metido en la cabeza que alguna vez alguien vendría a enfrentarse a él.
El elefante y la tortuga se conoces
Aquella vez que se encontraron había en el ambiente un silencio sepulcral, tal vez toda la jungla habría estado esperando el momento, o solo era que era hora de comer.
El elefante llegaba como todos los días a las ramas de su árbol preferido cuando frente a ella había una pequeña pero vieja tortuga que ni se inmutaba al verlo, no se movía y ni le inquietaba que el elefante le pise los talones.
- Pequeña, quiero pasar rápido ya va a llegar la hora de comer y debo llegar temprano para apartarme un buen lugar.
A pesar de que su voz era lo único que se escuchaba alrededor, este no recibió respuesta alguna.
¿Qué se había creído esta tortuga? No prestarle atención al más grande animal que solo quería ir a comer. No pudo con su genio y le gritó:
- Ehh, chiquita mueve que voy pasando o acaso quieres que te pise.
La tortuga se volteó y mirándola le dijo:
- Aunque lo hagas no pasaría nada. Pues soy muy fuerte.
El elefante piso a la tortuga y puso todo su peso sobre ese pie. Nada pasaba, la tortuga que se había ocultado en su caparazón no sintió nada y molestando dijo:
- Sentí que una mosca se paró encima mío. Sabes, yo te puedo demostrar, oh gran elefanta que yo soy tan fuerte como tú.
El ofuscado elefante al escuchar esto, se le dibujo una sonrisa en su rostro, mientras se le escapaba el aire por la nariz hecho a reír a carcajadas.
- ¿Qué tú eres tan fuerte como yo? No me digas.
- Claro que sí, y te lo voy a probar, mañana vamos a tener una competencia de fuerza en este mismo lugar.
Le dijo la tortuga, a lo cual el elefante acepto alejándose mientras seguía riendo pensando en las palabras que había dicho su contrincante.
¿La contienda entre la tortuga y el hipopótamo?
A la mañana siguiente la tortuga caminaba lenta pero segura a lado del río y llego a ver a otro gran animal: Era un hipopótamo.
- Sr. Hipopotamo, vengo a demostrarle que yo tengo la fuerza suficiente como para ganarle jalando esta cuerda.
- Eso no puede ser posible, acepto el reto.
El hipopótamo cogió la soga con su boca y espero que la tortuga estuviera lista. La tortuga se mezcló con la yerba y se alejó hasta perderse de vista.
Al llegar frente al elefante le dijo:
- Comencemos, coge esta soga con tu trompa y comienza a jalar cuando yo te diga.
Nuevamente la tortuga se alejó a igual distancia del hipopótamo y el elefante, y dijo, YAA! COMIENZA A JALAR.
El hipopótamo y el elefante estaban jalando y jalando pero se encontraban los dos muy iguales de fuerzas, después de un rato soltaron la cuerda y los dos aceptaron que la tortuga tenia igual fuerza que ellas.
Nunca hagas lo que otro puede hacer por ti, la tortuga se llevó los laureles engañando a los 2 animales más fuertes.
– FIN –
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