Autor: Fábula Andina.
Tiempo de lectura: 5 minutos.
Comenzamos la Fábula:
En las montañas de Ayacucho, queda ubicada esta hermosa tierra de Huanta, “la esmeralda de los Andes”.
De las varias lagunas que tiene cerca, la más grande se llama Rasuhuillca, y es la que suministra agua al pueblo, de aquí ellos sacan para regar sus sembríos y calmar la sed.
Se encuentra en la cima del cerro, como si cuidara la ciudad, ella refleja el elegante cielo que tienen en esa zona.
Se dice, que vivía en esa laguna, una anciana muy buena con cabellos plateados como la luz de la luna. Ella, criaba desde muy pequeño a un toro negro, que con el tiempo se volvió la bestia más grande, hermosa o corpulenta, que jamás haya pisado el lugar.
La anciana cada vez podía controlar menos al animal. Y este solo quería escapar y jugar con la laguna que lo vio crecer.
Ella no tuvo mas remedio que amarrar al animal con una muy brillante cadena de oro, pues nada mas lo aguantaba.
Pero en una noche oscura, la anciana no pudo amarrar al animal, era una noche sin luna. Y el Toro dejo a vieja.
– Oh bella laguna, ahora puedo mojarme contigo.
– Eso, muéveme de aquí para allá, le contestaba la laguna.
– Ahora me siento más vivo, veo la libertad, ¡Baila conmigo, oh bella laguna”
– No lo dudes mi bello animal.
La laguna, calmada un día, ahora solo corría de lado a lado, de pueblo en pueblo y arrollaba todo a su paso. El toro no se daba cuenta lo que este producía a su amada.
La gente del lugar, preocupada, subió para ver qué pasaba. Y se encontraron con el baile de la laguna y el toro, al cual atraparon y volvieron a amarrar.
La anciana, agradecida, vio a su animal a los ojos, Y se perdió en su mirada, la cual descansaba en la laguna.
Los pobladores del lugar temen que alguna vez el toro se escape nuevamente e inunde la ciudad de Huanta.
– FIN –
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