Autor: Fábula India.
Tiempo de lectura: 5 minutos.
Comenzamos la Fábula de los gorriones:
La avispa aprende qué quiere
Cierto día una solitaria avispa volaba sobre los verdes campos del reino de Sioran. Su vuelo no era tan alto pues andaba en busca de algo que comer, sus no tan enérgicas alas solo le permitían surcar los aires que se rosaban por cultivos de los campesinos.
- Cuanta soledad he de soportar, ni el hambre me quita el pensamiento de obtener reconocimiento y fama.
La avispa se lamentaba así mientras llegaba, carroñera, donde siempre sabía que había alimento.
- Oh, de qué me antojo hoy, ¿larvas de grillos?¿O quizás de alguna mosca? Pero esta fruta podrida tiene un sabor embriagante. – Decía la avista mientras caminaba por el basural.
- Angurrienta avispa, pronto tu vida se extinguirá como estos a quienes devoras hoy. – Se escuchó desde la oscuridad.
- Pero qué estás diciendo, muéstrate. – Dijo la avispa.
- La voz se hizo clara y era una vieja oruga que vino con estas premoniciones: Se acabará tu vida cuando por aquí pasen a limpiar, ¡no eres nadie!
Al escuchar esto la avispa noto que su vida estaba rodeada de inmundicia, en el corazón de los desperdicios de una casa agrícola.
Esta no podía permitirse morir sin alcanzar su tan preciada relevancia y el estatus que pretendía tener, pero que sin embargo se le escapaban en cada acto y decisión que esta tomaba.
Luego de regresar en sí, se preguntaba qué hazaña podría hacer para lograr obtener una fama eterna.
La avispa conoce al príncipe
Al elevar sus metas, también sus alas hicieron que este se alzara alto en los cielos y tener un panorama más amplio del reino. En las alturas divisó aquel pedregoso castillo y se dijo a sí mismo:
- ¡Allí donde hay un castillo, hay un rey!
Se encamino casi demoniacamente hacia la fortaleza. Se metió por una de las ventanas abiertas y vio por fin lo que quería ver.
El rey se encontraba sentado en su trono, a lado de su reina, viendo a los bufones hacer sus gracias, celebrándolas o lamentándose el pobre espectáculo.
- Si pico al rey tendré una fama grande y amplia.
Mientras la idea seducía a la avispa, en sus lúgubres fantasías se veía reconocida por todos los animales del reino. Y no llego a notar como una muchacha se llevaba al príncipe en sus manos.
No fue hasta cuando el bebe empezó a llorar que la avispa dio cuenta que ese era el ruidoso soberano.
Fue en ese momento que sus maquiavélicos planes se aclaraban en su cabeza, si podía picar al príncipe, si tan solo pudiera clavar su aguijón en este, todos hablaría de tal hazaña por la eternidad.
La avispa pica al príncipe
Al entrar a los aposentos reales, la avispa se dispuso a picar al indefenso bebe que se encontraba sobre la cuna real, digna de tan honorable majestad.
Así que no la pensó más y se lanzó como quien se tira un clavado a la piscina desde lo alto.
Apunto y cayó con tanta velocidad que al clavar su aguja ese pobre niño soltó el real grito que atrajo de inmediato a sus padres los cortesanos más cercanos.
Extasiada, la avispa siguió picando al bebe y continuó con el rey, la reina y las personas que acudieron.
Pronto todo el palacio tuvo que acudir a atrapar a la avispa, pero nadie podía hacerlo, por el contrario eran víctimas de la feroz picadura.
Las noticias llegaron rápido oídos de pueblo, quienes dejaron sus actividades por tan novedosas noticias. “la avispa pica a todos dentro de los aposentos reales”.
Pronto toda la nación estuvo de paro pues el soberano príncipe había sido castigado de tal manera por una avispa. Antes de morir la avispa dijo: “Un nombre sin fama es como un fuego sin llama. No hay nada como atraer la atención, cualquiera sea el costo.”
– FIN –
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